La historia de los EEUU está llena de personajes curiosos, hoy casi míticos, especialmente aquellos que participaron en la exploración de la "frontera" del Lejano Oeste. Uno de ellos fue George Catlin (1796-1872), un muchacho que se graduó en derecho, pero que lo que más amaba era pintar y viajar por los territorios indios de su joven nación. En 1830 empezó a pintar retratos de indios que aparecían por el Este de visita para pactar algún tratado. En 1832 inició una serie de viajes a través de los casi inexplorados territorios indios situados a lo largo del río Missouri, en lo que hoy son los estados de Nebraska, Dakota del Sur y del Norte y Montana. Haciendo parada en diversos fuertes de la American Fur Company (Fort Pierre y Fort Union), se instalaba allí unos meses y se dedicaba a pintar retratos de jefes y dignatarios indios, escenas de caza y danza, rituales y otras costumbres. Y no sólo pintaba, también tomaba notas de lo que veía, siendo, sin saberlo, uno de los primeros antropólogos de su país. Estos viajes se prolongaron hasta 1839, período en el que visitó también los territorios fronterizos de Minnesota (al Norte) y de Kansas y Texas (al sur). Pintó retratos de sioux, pies negros, omahas, iowas, mandans, pawnees y un sin fin de tribus. A partir de 1840 se trasladó a Europa (Inglaterra, Francia y Bélgica) donde permaneció varios años mostrando sus pinturas en una exposición que llamó Indian Gallery y que amenizaba con conferencias y con actuaciones en directo de grupos indios expresamente llegados desde América. Poco a poco su estrella fue declinando y acabó arruinado, siendo comprada su obra por un industrial norteamericano, cuyos descendientes la donaron años después a la Smithsonian Institut en cuyo Museo de Arte Americano de Whashington se puede contemplar hoy en día. También publicó algunas obras donde recogió sus memorias y experiencias, entre ellas Life amongs the Indians (1861) editada en castellano por Olañeta editores con el título Vida entre los indios. En definitiva, que estamos ante una vida y una obra apasionantes, que hará las delicias de los lectores que aman la Historia del Lejano Oeste y de la frontera americana.
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